sábado, 5 de diciembre de 2009

El olor de las especias


"-No sabíamos a donde acudir-contestó.
-Dicen que el amor es hermoso, aunque pueder ser también la peor de las plagas. Pero decidme ¿acaso quereis a esta joven?
-Sí, si eso es lo que os interesa."

"Te quiero, pensó Asur, y se sorprendió al oir su voz en aquel silencio de ténues fragancias,sólo dos palabras, las únicas que ella seguro que entendía pues siempre se le escapaban antes de cubrirla de besos. Permaneció quieto, observándola, como una estatua, curioso, convertido en sal mientras la mano de Migdim acariaba el colchón en su busca con el sueño agitado por no encontrarlo junto a ella, junto a su cuerpo que brillaba a jirones, auroral, mitad noche, mitad dia."

“-¿Seguro que no eres cristiano?-preguntó Asur.
-Escucha Asur, soy tu amigo. Es verdad que he sido educado como musulmán, pero eso no me hace ser musulmán; y he vivido como cristiano, pero eso tampoco me convierte en cristiano. De hecho tal como veo yo las cosas, soy un extraño en ambos mundos, así que me he acostumbrado a vivir al margen de las categorías.
-No entiendo qué quieres decir.
-Quiero decir que he aprendido a darle mayor importancia a otras cosas.
-¿Cómo por ejemplo?
-Las personas, por ejemplo. Es difícil que tú lo entiendas porque participas de un origen común con los tuyos, pero la vida de un mestizo es muy diferente. Carecemos de ese vínculo que no une a un grupo, y hemos de concentrarnos en estar donde nos dejen”

“-¿Eres feliz?
-No podía quejarme, hasta que empezaste a compartir tus sueños conmigo y algo se quebró en mi interior. Cada vez se hacía más fuerte el recuerdo de la montaña y más presente el aroma de heno y de las manzanas. No sé que me ha pasado. Esto es una locura.
-Yo nunca podría ofrecerte como mujer libre ni la mitad de las coasas de las que aquí dispones como esclava.
-Lo sé, no creas que lo he pensado.
-¿Entonces…?
-Necesitaba hablar contigo, decirte que entendía tus palabras. Eso es todo.”

“-¿Pero tú te crees algo de eso?-dijó Asur molesto.
-Es un mito bereber. Nadie pide que te lo creas, pero los mitos nacen para explicar cosas que no entendemos, o para justificar hechos fuera de lo común. Eso es. Yo los veo como la justificación de los mediocres. ¿No te has fijado que es frecuente que a los grandes hombres se les atribuya un origen singular, diferente del resto y a menudo sobrenatural? Eso nos libera a los nacidos de mujeres de tener que realizar grandes hazañas. Un mito es algo así como una excusa.”


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